Azkuna Zentroa-Alhóndiga Bilbao, Centro de Sociedad y Cultura Contemporánea del Ayuntamiento de Bilbao, presenta desde hoy, día 3, hasta el próximo 15 de marzo en su Atrio de las Culturas Macho Man de HeartBreak Hotel, la última propuesta del dramaturgo Àlex Rigola. El proyecto se desarrolla en colaboración con el Área de Igualdad del Ayuntamiento de Bilbao y con el apoyo de Emakunde, el Instituto Vasco de la Mujer.
El Alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto (Presidente de honor de Azkuna Zentroa), Gonzalo Olabarria (Concejal de Cultura y Presidente de Azkuna Zentroa), Gotzone Sagardui (Vicepresidenta de Azkuna Zentroa), Nekane Alonso (Concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Bilbao), Izaskun Landaida (Directora de Emakunde), Fernando Pérez (Director), Álex Rigola (Artista autor de la pieza) y los y las miembros del consejo de Administración han visitado esta mañana esta instalación de teatro-documento que pone cara a cara con la violencia machista, buscando la empatía con todas las víctimas potenciales de esta lacra.
Macho Man es producto del empeño del dramaturgo Alex Rigola por usar la vía de la cultura para concienciar a la sociedad. “Decidimos usar nuestro conocimiento dramatúrgico para remover y dejar una cicatriz en cada una de las personas espectadoras para que recuerden lo que está sucediendo con la violencia machista”, explica el dramaturgo Alex Rigola responsable de la instalación.
Rigola advierte que “muchas veces dejamos pasar el machismo, chistes, comentarios o situaciones de violencia machista…por eso hemos querido poner un espejo a la sociedad para ver si podemos cambiar un poco y podemos ser mejores”.
La dramaturgia de Macho Man se ha desarrollado desde lo colectivo, con un equipo formado por Ferran Dordal, Alba Pujol, Irene Vicente Salas y el propio Àlex Rigola. Tenían claro cuál tenía que ser el enfoque: centrado en las mujeres y no en los agresores. En una de las salas, donde el espectador está rodeado de fotografías de víctimas de violencia de género, el impacto emocional que se produce explica esta decisión: ahí, frente a la presencia de otros cuerpos que ya no están, la empatía es inmediata. El efecto hubiera sido distinto si se hubiera mostrado a los verdugos.
Querían mostrar la herida abiertamente. Como señala Rigola, «hay algo perverso en la acumulación de noticias relacionadas con este tipo de agresiones. Todos nosotros, como espectadores y lectores, acumulamos datos que paradójicamente nos hacen perder la noción de presente y de realidad tangible. De ahí la idea de sumergir al público en una experiencia casi sinestésica, donde imagen, texto y audio hacen palpable lo que ya no podemos dejar de sentir».
La voz de una víctima guía a las personas visitantes por el recorrido laberíntico de este artefacto dramatúrgico compuesto por 12 habitaciones, que se vuelve profundamente terrorífico porque todo lo que nos muestra es real. Son reales los datos, las sentencias, las declaraciones y las preguntas que formula y son reales también las conversaciones y los testimonios que narran.
Para levantar este proyecto, que propone otras formas de narración a través de la fusión de artes, Àlex Rigola precisó de 10 meses de exhaustiva documentación y del asesoramiento de la psicóloga Alba Alfageme.
La experiencia escénica interactiva Macho Man es todo un viaje escénico, experimental y emocional que quiere concienciar sobre la violencia machista en la pareja, en la familia y en los entornos laboral, social y judicial: “Con este proyecto buscamos nuevas maneras de tomar conciencia del machismo extremo mediante la fusión de los conocimientos en artes escénicas, artes plásticas, psicología y documentación. Activar el público más allá de como lo haría un documental, un flyer de información o una exposición”, explica Àlex Rigola, el director.
Así, durante un recorrido que ocupa aproximadamente 50 minutos, grupos de seis personas máximo, pasearán, leerán, escucharán e interactuarán con los objetos que vayan encontrando y con los demás participantes porque en Macho Man las reacciones del público también se convierten en parte de la experiencia. Cada una de las salas de la instalación tiene carácter independiente y cuenta con un mecanismo de interacción propio que obliga a estar siempre receptivo, sumando imágenes, sensaciones y vivencias que irán componiendo un todo con la finalidad de que se tome conciencia de esta lacra.
Es un viaje que remueve emocionalmente, que conmociona a las personas espectadoras, “la gente sale más tocada de lo que esperábamos”, señala Rigola.