El Área de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao, en el marco del programa municipal de difusión patrimonial BILBAO IZAN, ha inaugurado hoy en el Edificio Ensanche una exposición que deja ver a través de más de un centenar de fotografías antiguas, el Bilbao de hace un siglo. La muestra, que podrá visitarse hasta el 24 de enero, ha recopilado instantáneas de un mismo autor –desconocido– realizadas, en su mayoría, entre 1902 y 1910. Las fotografías muestran un claro interés del fotógrafo por las personas y las escenas en movimiento, que traslucen una cierta similitud con el trabajo de otros contemporáneos como Eulalia Abaitua o Juan Antonio Cortés.
Las 120 fotografías inéditas que componen la muestra han sido cedidas por la familia Tejedor Azúa, que las ha custodiado durante los últimos años. Y es que, pese al importante valor documental de las instantáneas, lo cierto es que aparecieron de manera fortuita, en un camarote de la calle Ronda. En 1960, Benito Tejedor (1934 – 1986) calderero y aficionado a la fotografía, se quedó con los negativos –137 en total– y una cámara de cajón de finales de 1880, que su hermano encontró durante la rehabilitación de un trastero. Ya entonces, La Gaceta del Norte se hizo eco de la historia y publicó un artículo relatando el hallazgo y haciendo referencia a la temática de las fotos.
Los negativos son placas de cristal de colodión seco y de 11 x 8 cm y la cámara es una “Watson & Sons”, empresa radicada hasta primeros de siglo XX en Londres. El objetivo Rapid Weitwinkel Euryscop V Nº 0 de Voigländer und Sohn, es de procedencia alemana. Aunque el fotógrafo se desconoce, tendría que ser de clase acomodada, ya que cualquiera no tendría una cámara de estas características.
En su día, Benito Tejedor reveló e hizo algunos contactos a tamaño del negativo (él revelaba sus fotos) e intentó de alguna manera que las fotos salieran a la luz o que se expusiesen, como se ha logrado medio siglo más tarde, con la colaboración del Ayuntamiento de Bilbao. En 2012 Jesus Valbuena, casado con una de las hijas de Benito y también aficionado a la fotografía, comenzó a indagar para buscar la forma de darlas a conocer, siendo él el gestor de este patrimonio y quien ha digitalizado los negativos.
El proceso de recuperación de las fotos ha consistido en retroiluminar los negativos y fotografiarlos, consiguiendo así una imagen digital de calidad y con posibilidades de ampliación. Posteriormente se invierte y se procesa como una foto normal. La calidad se ve limitada por el estado de los negativos. Así, el paso del tiempo y una manipulación no suficientemente cuidada hacen que presenten raspaduras y algunas picadas. En el procesado digital se han eliminado algunos daños sin alterar la imagen.
BILBAO CRECE
Las fotografías seleccionadas para esta exposición muestran un Bilbao que entra en el siglo XX con un fuerte crecimiento económico. Al desarrollo iniciado en 1876, debido a la explotación y exportación del mineral de hierro, se incorporan los capitales venidos de las excolonias tras la pérdida de 1898. Pero la prosperidad no llegaba a todas las personas por igual. Las duras condiciones de trabajo en minas y fábricas, con la creciente organización obrera, empujó también a la protesta y las huelgas generales. En definitiva, se trata de un Bilbao en crecimiento, que comienza a llenar el Ensanche y en el que bullen cada vez más personas. Personas como las que se ven en las imágenes y que vieron estos cambios sucederse ante sus ojos.
A lo largo de estas 120 fotografías es posible recorrer buena parte del Bilbao de la época, con instantáneas de Atxuri, y su antiguo hospital, el bullicio de trabajadores en el entorno de San Antón y Bilbao la Vieja, el trajín del Mercado de la Ribera, el bullicio de niñeras en el Arenal o la plaza Circular. Las fotos muestran nuevos espacios de entonces, y nuevas infraestructuras, como las obras del tranvía de 1906, la construcción del Banco de Vizcaya inaugurado en 1903, etc..
Además, el fotógrafo anónimo retrato los oficios de la época: policías, afiladores, barrenderos o lecheras. Y retrato también gentes anónimas, en su actividad diaria y en sus ratos de esparcimiento, en sus fiestas, donde podemos ver al tradicional Gargantua. En muchas fotos plasmó también la Ría, seña de identidad de la Villa, con gabarras y barcos y hoteles para ricos, en el lado derecho. En algunas fotografías el autor retrató a su familia y amistades, y dejan ver, que vivía en una casa de calidad, aunque como en el caso del fotógrafo, se desconocen sus nombres. Tal vez al salir a la luz este material, alguna persona pueda reconocer en él a sus antepasados o casa familiar.
Esta iniciativa ha contado con el asesoramiento de Eduardo J. Alonso Olea, Doctor en Historia y Geografía e investigador de la UPV/EHU, que ha elaborado además, todos los textos para la exposición.